Se cuenta que Tiberio era un hombre demasiado serio. Es que no es un misterio que gobernaba el gran imperio.
-Como todos, -le recordó Valerio, -terminarás en el cementerio.
-Buscando el honor del magisterio, te aproximas al dicterio. ¿Quieres que te envíe a un africano erio?
-O a un silencioso monasterio.
-Calla, insensato, y toca el salterio.
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